Boavista presume de una rica historia y una sociedad única, fruto del encuentro de diferentes culturas y tradiciones. Desde finales del siglo XVI, los habitantes de la isla han sentado las bases para la creación de una nueva comunidad acogedora y amable.
Los estudios histórico-culturales sobre la isla de Boavista han revelado que, a partir de 1490, los esclavos y los hombres libres transportados a la isla contribuyeron a la génesis de una nueva sociedad con identidad cultural propia. La convivencia de diferentes grupos étnicos, las relaciones comerciales internacionales basadas en productos locales y los contactos entre los habitantes y los pueblos extranjeros que llegaban permitieron la creación y acumulación de un importante patrimonio socio-cultural.
Entre los elementos que contribuyeron al desarrollo de esta cultura, destaca la presencia de cabras en la isla. Durante años de lluvia, las cabras se reproducían abundantemente, proporcionando una fuente barata y nutritiva de alimento para los habitantes. La carne de cabra, especialmente la de cabrito, era apreciada por su sabor y bajo costo, alrededor de 15 réis cada uno. Las cabras también proporcionaban leche, utilizada en la producción de queso de cabra, un producto típico local muy apreciado tanto para el consumo propio como para el comercio con las otras islas del archipiélago.
Las comunidades de Boavista se establecieron en varias áreas de la isla, incluyendo João Galego, Fundo das Figueiras y Cabeça dos Tarafes al este, y Vila de Sal-Rei, Rabil, Estância de Baixo, Bofareira y Povoação Velha al oeste. Estos asentamientos representan una sociedad cuyas raíces están en el pueblo de Boa Vista.
El verdadero patrimonio de Boavista reside, sobre todo, en su gente. Aquellos que conocen «kabrer», habiendo vivido por mucho tiempo entre los habitantes de la isla, saben que el verdadero tesoro de Boavista es la hospitalidad y la convivialidad de sus habitantes. Entre el pueblo de Boa Vista, de hecho, es tradición considerar a cada visitante como un amigo.
Boavista es una isla que celebra sus tradiciones y su patrimonio cultural a través de la convivencia armoniosa de su gente y su genuina «morabeza». Un lugar donde la historia, la cultura y la hospitalidad se unen para crear una experiencia única e inolvidable para cada visitante, también vinculada a la producción y consumo del delicioso queso de cabra.