Boavista, la isla más oriental del archipiélago de Cabo Verde, situada a unos 500 km del continente africano (desde Senegal), es un lugar que tanto encanta como sorprende. Con una superficie de 630 kilómetros cuadrados, una forma pentagonal y dimensiones que alcanzan los 31 km de norte a sur y los 29 km de este a oeste, la isla ofrece una experiencia única para los amantes de la naturaleza.
Está compuesta por rocas sedimentarias con afloramientos eruptivos en las áreas de Rabil y Fundo das Figueiras, y en general es bastante plana. El Pico d’Estancia, con 390 metros, es el punto más alto de la isla. La naturaleza de Boavista está intacta y su flora, aunque árida, es un tesoro escondido con especies endémicas como el drago y la palmera de Cabo Verde.
Entre la vegetación, prevalece la palmera datilera, una especie de palmera con tres o seis troncos que sobresalen de la misma base. La isla alberga una variedad de aves endémicas, geckos, peces como el atún y la barracuda, y mamíferos marinos como delfines y orcas. Las playas son famosas por las tortugas marinas.
Boavista ofrece contrastes geológicos y naturales, con playas doradas, desiertos que recuerdan al Sahara y naufragios históricos como el barco Cabo Santa Maria. Llena de dunas que le dan un paisaje lunar, la isla cuenta con 55 km de hermosas playas de arena blanca y agua verde esmeralda, características que hacen de Boavista un destino turístico excepcional.
Cada elemento de la isla, desde su flora resistente hasta su abundante fauna marina, cuenta una historia de resistencia y belleza. Boavista no es solo un destino turístico; es un lugar de descubrimiento y conexión con la naturaleza, un destino único para los amantes de la naturaleza, que ofrece una combinación de flora, fauna y paisajes geológicos que narran una historia de resistencia y belleza.